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EL ALMA DE LA MUJER 207


Pero el sacrificio hecho con la ilusión del amor no resulta doloroso, o, en todo caso, no los es tanto como esa inacción que nos queremos imponer para eximirnos de amar.

¿No vemos diariamente a la llueca empeñarse en em- pollar, sacrificando su. libre retozar y picotear en el grano, por estarse allí tozudamente acurrucada en su nido, con tal obstinación que no lo deja aunque se le quiten y destripen los huevos, y se la saque de su hoyo . y en mil modos se la inquiete y hostigue? ¿Y no quiere decir eso que el sacrificarse por la futura pollada es para ella más grande placer que to- das esas otras satisfacciones egoísticas que por ese gusto sa- crifica? Si despojamos al concepto del amor de cuanto tiene de sagrado y doloroso para la mujer, la privamos al mismo tiempo del derecho.a proclamar muy alto, cara al mundo, que el amor es el fin más alto de su vida.

Hoy día, la jovencita se avergilenza de amar, no sabe, no se atreve a confesarse ni siquiera a sí misma, que ansía en encontrar un marido y fundar una familia, y que con tal de lograrlo está dispuesta incluso a sacrificar los egoísticós goces de que se halla rodeada. Y todo eso, ¿por qué? Pues, porque se le ha quitado al amor todo carácter de sacrificio, dejándolo reducido al materialístico objeto de gozar.

El interés de la mujer estriba en dejarle al amor hom- bruno todos sus prepotentes egoísmos con tal de poder amar. Mientras amamos, hay algo qué nos hace creer que somos útiles. Mientras somos amados, hay algo que nos une a la vida, dice Mazzini.

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Pero si yo por mí dejara intactas las tradiciones de la mujer antigua, modificaría, en cambio, las del hombre, fiel en eso a mi principio de aque sólo mejorando las costumbres hombrunas se podrán mejorar las condiciones de la mujer.

No puede obligarse al hombre a amar cuando ya se ex- tinguió su amor, a dar una importancia mayor de la que le da a este sentimiento, ya porque su carácter es especial, ya porque sus preocupaciones exteriores, políticas y profesiona- les absorben su inteligencia, su corazón y su actividad en mu- cho mayor grado que en el caso de la hembra. Pero sí puede