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LAS DIFICULTADES DEL PROBLEMA DE LA MUJER

Suele ocurrir cuando se contempla largo rato un pa- norama alpino, que los contornos que al principio nos pa- recía se destacaban sobre el cielo con toda claridad, se com- plican luego bajo nuestros ojos, revelándosenos entonces al- tas montañas y profundos valles que hasta allí nos impedía ver el sol, amén de infinitos torrentes y neveras, de suerte que aquel paso que a lo primero se nos antojó tan sencillo, tan fácil de atravesar o modificar, va enmarañándose a nues- tra vista en sus línea generales hasta resultar de una comple- jidad terrible, Pues esto mismo sucede con la vida. Al enca- rarla por primera vez, cuando aun no se habituaron nuestras luces a la viva flama diurna, sólo percibimos el conjunto, antojándosenos aquélla llana y fácil y cual juego de niños las dificultades que habremos de vencer; pero luego que nues- tros ojos vanse haciendo a la luz y a medida que la experien- cia nos va aguzando la mirada, empieza a complicarse tam- bién el semblante del mundo, siendo entonces cuando caemos en la cuenta de que llanos y montes hállanse indisoluble- mente ligados entre sí, de suerte que no es posible introducir el más leve cambio en ningún sitio, sin que repercuta en los demás. Comprendemos, al fin, que aquellas modificaciones que al principio parecíannos tan fáciles de conseguir, son, en realidad, terriblemente difíciles, sumamente complejas y peligrosas, y después de darles vueltas y más vueltas en to- dos sentidos, concluímos por retroceder desalentados, hasta que “al pálido reflejo del pensamiento todo nuestro diseño se decolora y nubla”.

¿Qué hay, y sobre todo, qué había antes de la guerra de más injusto en la sociedad moderna que la condición de