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Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/56

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hombre tiende a no calentarse la cabeza pensando en ello, a vivir la vida birlonga. No es altruísta por instinto, pero por eso mismo es tolerante, : .

La tolerancia del hombre nace de su indiferencia y suele resultar peligrosa; pero ya provenga de un defecto a de una virtud, es la base de la libertad, la base de la vida social, y en parte también, del progreso y la felicidad humanos, porque solemos incurrir en error al creer que yerran los demás y por- que no hay cosa que haga sufrir tanto como la limitación de la propia libertad, sea de juicio, de experiencia o de acción.

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La confianza en sí mismo—y sobre todo la confianza excesiva con los defectos que de ella dimanan—=<ntrañan, pues, graves inconvenicntes. Sólo que, ¿son esos inconvenientes tan graves, que autoricen a aconsejarle a la mujer que se cohiba en este punto? A mi juicio, no.

La confianza en nosotras, que es confianza 2n nuestro instinto, constituye la base de nuestra vida. Si llamadas co- mo estamos por la naturaleza a desempeñar un cometido tan delicado e ilógico, dudásemos de nosotras mismas, de nues- tro instinto, incurriríamos en la manía de la duda, y. por lo tanto, en la locura.

Criar hijos pequeños que no saben expresarse e ignoran sus necesidades e intereses, sólo es posible suplizndo con la nuestra su voluntad ausente y con las nuestras sus ideas que faltan; y esto únicamente puede llevarlo a cabo quien tiene plena confianza en sí mismo.

Si la madre dudase de sí misma, si admitiese por un mo- mento que las necesidades y antojos del nene pudieran ser otros que los que ella imagina, no podría ya hacer nada, no podría seguir cuidando de él.

. La duda sería para el pequeño más fatal que cualquier sistema descabellado, porque el cuerpo del niño puede adap- tarse a un método extraño, pero no a un cambio continuo de costumbres. Para cumplir su función maternal, ha de te- ner la mujer confianza en sí misma, en sus instintos, Y lo mismo para cumplir bien su misión de esposa.