Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/78

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

78 GINA LOMBROSO pS III SIS



La expansión femenina resulta, por lo tanto sumamen- te provechosa para la sociedad, siéndoles también útil a la mujer y al hombre por separado, por ser uno de los elemen- tos que atrae con más fuerza un sexo al otro, cimentando más segura y firmemente su fusión.

Por más que los miramientos sociales hayan obligado al hombre a pedir la mano de la novia, suele ser ella la que con su genio expansivo conquista al hombre y transforma: los más vulgares matrimonios de conveniencia en matrimonios de fervoroso amor...

Esta necesidad de expansión de la mujer, es el más fir- me vínculo que une al hombre y a la mujer, haciendo que se incline mutuamente el uno hacia el otro. Pues la mujer, por efecto de ésa su necesidad de expansión con el ser que vive a su lado, aviénese a aceptar condiciones bien humildes, con tal de lograr la satisfacción de ese su innato anhelo, resignándo- se a moderar su exagerado sentido de dominio, que sería un estorbo harto serio para la conyugal unión. De otra parte, al hombre halágale no poco esa necesidad de expansión que im- pulsa a la mujer a buscarlo y mostrarse tan complacida en su conversación, siendo quizá éste uno de los sentimientos que más poderosamente contribuyen a aficionarlo al sexo feme- nino.

Esa expansividad es asimismo útil al progreso intelec- tual y moral de la mujer, porque, atraído el hombre, aunque a regañadientes, a su círculo de influencia, dilata, sin perca- tarse de ello, el horizonte intelectual y moral de la mujer y lo completa.. Es inútil negarlo; el horizonte intelectual de la mujer es mucho más restringido que el del hombre, y esto por la sencilla razón de que la mujer concentra toda su pa- sión en el campo moral. La mujer siente e intuye en vez de reflexionar. y así la emoción como li intuición tienen una esfera de acción más restringida que el razonamiento,

_La mujer que visita una exposición, asiste a una confe- rencia o lee un libro, podrá encontrar el libro, la conferen- cia, sublime o excecrable, sentirse arrebatada por la fuerza de la emoción al séptimo cielo o precipitada en los infiernos de puro descontenta; podrá pensar en tal idea, allí desarrollada, muestra semejanza con ésta o estotra; que el libro denota en el autor delicadeza, picardía o vulgaridad; que debe de ha-