6 GINA LOMBROSO
cutir por cartas aquellas obras poco conocidas, que juzgara dignas de serlo, procurando dárselas a conocer y que las dis- cutieran a personas competentes. La señora Lombroso de Ferrero, por su cuenta, ha realizado ya este plan en un modo magnífico, divulgando y promoviendo la publicación de mu- chedumbre de obras de biología, filosofía, agricultura, psico- logía y política, así en su país como en los demás países, don- de ha logrado fundar bibliotecas italianas, de igual suerte que ha conseguido introducir en su país muy interesantes obras extranjeras,
Pero todo'esto sólo se le lleva una parte mínima de su actividad; pues al mismo tiempo se ocupa y se preocupa enor- memente de esas clases medias que en estos momentos atra- viesan en todas partes una dolorosísima crísis moral y eco- nómica, habiendo ideado. y llevado a la práctica un gran nú- mero de instituciones para ayudarles, y hasta discurrido y di- vulgado inventos de todo punto geniales en el dominio de la economía doméstica. Entre otras cosas, ha ideado el modo de utilizar el sol para la cocina y el arreglo de la casa, e idea- do la forma de hacer un traje en cinco minutos,
¿Cuándo escribe esta mujer?—No sé cómo me las arre- glo para encontrar un rato libre que dedicar a las Letras— decíame cierto día que yo la interrogaba sobre el particular—, mi obra forma parte de mi vida; andando, dándole la lección a la nena, cosiendo o charlando, ocúrrenseme ideas relacio- nadas siempre con la realidad en que vivo, y luego, en cuan- to tengo un momento disponible, las pongo por escrito— escribo a máquina desde que era chiquita, primero para mi padre, luego para mi hermana y para mi marido—y cuando lo hago bajo el dictado de mis pensamientos, es exactamen- te lo mismo que si me dictara otra persona, pues voy igual de prisa, con la misma velocidad que una mecanógrafa de primer orden.
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La señora Lombroso de Ferrero tiene el doble homor de ser esposa e hija de un grande hombre. Su padre era nada menos que César Lombroso, el autor de El hombre criminal.