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8 CINA LOMBROSO

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CAJAS Y DESVENTAJAS

También esta descollante personalidad de la mujer, es- ta su ansia de ser comprendida, suelen ser causa de graves desacuerdos entre ella y el hombre. La mujer que se pasa la wida trabajando por el perfeccionamiento de esa personali- dad suya y por acercarse al ideal que se forjó, no puede per- donarle al hombre el que no aprecie este esfuerzo ni cstime sus sacrificios, midiendo por el mismo rasero a la leal y a la hipócrita, a la sufrida y a la quisquillosa, a la continente y a la depravada.

El hombre que se pasa la vida absorto en sus propias s, y no piensa en perfeccionarse a sí mismo, ni en reali- zar más sacrificios que los que le imponen la Ley o la Na- ción, no es capaz de comprender esta compleja personalidad de la mujer, como ella misma no se la explique con toda evi- dencia. ¿Por qué—dice el hombre—si las mujeres tienen tanto empeño en que las comprendamos, no se explican con to- da claridad? Y tiene razón el hombre; sólo que la cuestión no es tan sencilla como él cree; porque explicarse con clari- dad, resúitale a una mujer delicada y sensible tan difícil co- mo a un hombre hablar una lengua extranjera; porque la mujer delicada, hecha a intuición por medio de emoriones, siente, pero sin saber lo que siente; porque cuando logra pe- netrar en su interior y comprender lo que siente, se ve tan distinta de cuantos la rodean, que se avergijenza de sí mis- ma, de sus sentimientos y sentimentalismos; porque el ins- tinto fermienil que la impele a recatarse, a esconderse, es más poderoso todavía que la expansividad que la induce a ha- blar y declararse: porque sacar a plaza sus sentimientos por interés personal, parécele innoble, algo así como una viola- ción, un pecado contra natura; porque, siendo capaz de ver en el interior de los demás, sin palabras, no comprende la mujer la escasa intuición del hombre que necesita de encertar en palabras sus sentimientos; porque, sintiendo empacho cuando hablan claro los demás-—de igual modo que los hom- bres cuando se les grita o se les repite a cada paso la misma matraca—, hace punto de honor el abstenerse de ello; por- que quien mucho siente, es parco en expresiones; y porque,

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