Esta página no ha sido corregida
— 135—
UN DRAMA EN LA PECERA
Luisa. —¡Qué pena! Nuestros pececitos rojos no se mueven; deben estar muertos. ¿Qué habrá ocurrido?
Juan. — Pongamos la pecera sobre la mesa para ver si hay algo en el agua que pueda haber cau- sado la muerte de estos pobrecitos.
Lía. —De hambre no deben haber muerto, por- que veo algunas lombrices en el fondo. Pero ob- serven; los pececillos empiezan a agitarse.
Luisa. —¡No estaban muertos! ¡Qué suerte!
Juan. — ¿Qué habrá sido lo que los tenía así?