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Chiloé, evangelizando á los chonos y guaitecas.

Su vuelta á Castro coincidió con una de tantas malocas ó invasiones que los cabos de frontera hacían para cautivar indios con un pretexto ú otro, pero casi siempre por codicia. La entrada fué en tierra de poyas, al otro lado de la cordillera, y con tan buena fortuna, que cayeron en la redada algunos indios principales, entre ellos una reina, mujer de un cacique que vivía en los confines de la Patagonia. Es de suponer que esta princesa india fuese muy joven, pues el historiador P. Olivares la concoció cuarenta años después en Nahuelhuapí. Respondía al poético nombro de Huanguelé (Estrella).

Los cautivos fueron llevados á Castro y sus aprehensores se dispusieron á venderlos como piezas de guerra. Hízoles oposición el P. Mascardi, asumiendo con energía la defensa de los pobres indios y tramitando su libertad por captura ilegal, durante cuatro años seguidos. Como sabía la lengua de los cautivos por sus viajes anteriores, hablaba muchas veces con ellos, y en cierta ocasión le dieron á entender que sabían de una ciudad de españoles en un rincón de la Patagonia y que, si les conseguía la libertad, le guiarían á su descubrimiento.

Entusiasmado Mascardi con esta revelación, dió parte al gobernador de Chile, el cual se apresuró á