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Abriendo camino iban delante los famosos taladores chilotes. Sin más brújula y norte que la dirección del sol, estos baqueanos monteses se deslizan á través de arcabucos, ríos y pantanos, abriendo trocha con los machetes. Por este procedimiento empírico el ágil talador busca paso por diferentes lados, prestando singular servicio á los exploradores. No son pocas las dificultades que han de vencerse: una angostura ó encajonado que rodear, un pantano que vadear con agua á la cintura, ó bien un impenetrable bosque de coníferas, árboles característicos de esta zona.

Entre ellas, el alerce, el príncipe de los árboles por su incorruptibilidad y grandeza (según el P. Rosales); algunos milenarios, de 80 metros de altura y cinco de diámetro; el reulí especie de haya antártica que se deshoja quemada por la nieve; el huilílahual, el árbol de Pascua en los hogares chiloenses; y el majestuoso ciprés, que marca la transición de la zona inferior á la zona alpina,

En los claros que dejan libres estos colosos, crecen arbustos, algunos con flores muy lindas.

Los taladores de Mascardi pusieron á este á orillas del gran lago Purahilla. Llámase ahora Todos los Santos y también Esmeralda por sus aguas, verdes como las del lago Constanza, que forman her-