Página:Los Césares de la Patagonia.pdf/51

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garon de verse los unos y los otros. Los soldados de Camargo preguntaban á los de Heredia qué habían descubierto y qué tierras habían visto, y ellos, después de satisfacer á sus deseos, también les preguntaban las cosas que habían pasado después que salieron del Perú.

Al fin, Heredia determinó decidirse por el bando del Rey contra la facción de Pizarro y ayudar á los leales contra Carvajal, al que lograron sorprender el bagaje quitándole los líos de oro y plata, vinos, conservas y lo demás que traían los guardianes. Robaron lo más que pudieron, y hasta las indias vivanderas se llevaron á las ancas de los caballos.

Sobre el reparto de las mujeres y demás cosas preciadas hubo pendencias entre los despojadores; ello es que se descuidaron y Carvajal cayó sobre ellos con súbita llegada en los llanos de Pocona, prendiendo á los capitanes Lope de Mendoza, Alonso de Camargo y Nicolas de Heredia. A Lope de Mendoza y á Heredia, el implacable Carvajal les hizo dar garrote sin confesión; pero á Alonso de Camargo mandó que se guardase, porque quería informarse de él, y á los demás de la "entrada" perdonó también, dándoles licencia para que se pudiesen ir á las ciudades del Cuzco y Arequipa, y todos éstos pasaron á ser personajes de leyenda,