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V. Blasco Ibañez

—No; aquí no—dijo con tono suplicante—. Seamos serios.

Y mientras él, rebelde á estas exhortaciones, insistía en sus apasionados avances, la voz de Margarita volvió á sonar sobre el estrépito de ferretería vieja que lanzaba el automóvil saltando sobre el pavimento.

—¿Crees realmente que no habrá guerra? ¿Crees que podremos casarnos?... Dímelo otra vez. Necesito que me tranquilices... Quiero oirlo de tu boca.


II

El centauro Madariaga

En 1870, Marcelo Desnoyers tenía diez y nueve años. Había nacido en los alrededores de París. Era hijo único, y su padre, dedicado á pequeñas especulaciones de construcción, mantenía á la familia, en un modesto bienestar. El albañil quiso hacer de su hijo un arquitecto, y Marcelo empezaba los estudios preparatorios, cuando murió el padre repentinamente, dejando sus negocios embrollados. En pocos meses, él y su madre descendieron la pendiente de la ruina, viéndose obligados á renunciar sus comodidades burguesas para vivir como los obreros.

Cuando á los catorce años tuvo que escoger un oficio, se hizo tallista. Este oficio era un arte y estaba en relación con las aficiones despertadas en Marcelo por sus estudios forzosamente abandonados. La madre se retiró al campo buscando el amparo de unos parientes. El avanzó con rapidez en el taller, ayudando á su maestro en todos los trabajos importantes que realizaba en provincias. Las primeras noticias de la guerra con Prusia