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CESAR A. VALLEJO


¿Culebrean latigazos,
cuando el can ama a su dueño?
—Nó; pero la luz es nuestra.
Estás evufermo.... Vete.... Tengo sueño.

(Bajo la alameda vesperal
se quiebra un fragor de rosa).
—Idos, pupilas, pronto....
Ya retoña la selva en mi cristal!