Página:Los nueve libros de la historia de Heródoto de Halicarnaso - Tomo II (1898).pdf/17

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

agrado, nos tratas con tanta magnificencia , y lo que es más, entregas al rey nuestro amo la tierra y el agua , ra zon será que quieras seguir nuestro estilo tratándonos á la Persiana.» — «En verdad, señores mios, les responde Amin tas, que nosotros no lo acostumbramos asi, no por cierto ; ántes el uso es tener en olra pieza bien lejos del convite á nuestras mujeres[1]; pero pues que las echais ménos, vosotros, que sois ya nuestros dueños, quiero que tambien en esto seais luego servidos.» Asi dijo Amintas, y envia al punto por las princesas , las cuales llamadas, entran en la sala del convite y toman alli asiento por su órden enfrente de los Persas. Al ver presentes aquelias bellezas, dicen a Amintas los embajadores que no andaba á la verdad muy . discreto en lo que con ellas hacía , pues mucho más acer tado fuera que no viniesen allí las mujeres , que no dejar las sentarse al lado de ellos una vez venidas al convite , pues el verlas fronteras era quererles dar con ellas en los ojos, que es lo que más irrita los afectos. Forzado, pues , Amintas, manda á las mujeres que se sienten al lado de los Persas, quienes habiendo ellas obedecido, no supieron contener sus manos con la licencia que les daba el vino, sino que las llevaron a los pechos de las damas , y no faltó entre ellos quien se desmandase en la lengua.

XIX. Estábalo Amintas mirando quieto , por más que lo mirase de mal ojo , aturdido de miedo del gran poder de los Persas. Hallábase alli presente su hijo Alejandro , prin cipe jóven , no hecho á disimular para acomodarse al tiem po , quien siendo testigo ocular de aquella infamia de su real casa, de ninguna manera quiso ni vudo contenerse . Penetrado , pues, de dolor y vuelto a su padre: — «Mejor será, padre mio , le dice, que tengais ahora cuenta do.


  1. Este modesto recato era comum en toda la Grecia . Léase en Ciceron el trágico caso de la resistencia que en Lampsaco se hizo á Verres en punto semejante, y del suplicio con que la castigó el fero procónsul.