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á verse con Jerges , y , segun es fama, le dió el consejo do que á las razones de su pretension añadiese la otra de haber nacido de Darío siendo ya ésie soberano y teniendo el mando sobre los Persas, mientras que al nacer Artoba zanes Dario no era rey todavía , sino un mero particular; que por tanto , á ningun otro mejor que á él locaba de de recho y razon el heredar la soberanía . Añadiale Demarato al aviso que alegase usarse asi en Esparta , donde si un padre antes de subir al trono tenía algunos hijos y des pues de subido al trono le nacia otro principe, recaia la sucesion à la corona en el que despues naciese . En efec to, valiósc Jerges de las razones que Demarato le sumi nistró ; y persuadido Dario de la justicia de lo que decia , declaróle por sucesor al imperio ; bien es verdad , en mi concepto , que sin la insinuacion de Demarato hubiera re caido la corona en las sienes de Jerges , siendo Atosa la que lodo lo podia en el Estado.

IV. Nombrado ya Jerges sucesor del imperio persiano, sólo pensaba Dario en la guerra ; pero quiso la fortuna que un año despues de la sublevacion del Egipto , haciendo sus preparativos, le cogiese la muerte, habiendo reinado años, sin que tuviese la satisfaccion de vengarse ni de los Egipcios rebeldes, ni de los Atenienses enemigos.

V. Por la muerte de Dario pasó el cetro á las manos de su hijo Jerges, quien no mostraba al principio de su reina do mucha propension á llevar las armas contra la Grecia , preparando la expedicion solamente contra el Egipto. Ha llábase cerca de su persona, y era el que más cabida tenía con él entre todos los Persas, Mardonio , el hijo de Go brias, primo del mismo Jerges por hijo de una hermana de Darío , quien le habló en estos términos: - « Señor , no pa rece bien que dejeis sin la correspondiente venganza á los Atenienses , que tanto mal han hecho hasta aquí á los Per sas. Muy bien hareis ahora en llevar a cabo la expedicion que teneis entre manos ; pero despues de abatir el orgullo TOMO II.