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gar era á propósito para la revista y reseña de sus tropas, empezó á ordenarlas alli y á contar as. Y habiendo llegado asimismo á Dorisco todas las naves por orden de Jerges, arrimáronlas los capitanes a la playa inmediata á Dorisco , donde están Sala, ciudad de los Samotracios, y Zona , ter minando en Perrio , promontorio bien conocido; lugar quo pertenecia antiguamente a los Cicones[1]. En esta playa , pues, arrimadas las naves y sacadas despues á la orilla , respiraron los marineros por todo aquel tiempo en que Jerges pasaba revista á sus tropas en Dorisco.

LX. No puedo en verdad decir detalladamente el nú mero de gente que cada nacion presentó , no hallando hombre alguno que de él me informe. El grueso de todo el ejército en la reseña ascendió á un millon у setecientos mil hombres; el modo de contarlos fué singular : juntaron en un sitio determinado diez mil hombres apiñados entre sí lo más que fué posible y tiraron despues una linea alre dedor de dicho sitio , sobre la cual levantaron una pared alrededor, alta hasta el ombligo de un hombre. Salidos los primeros diez mi?, fueron despues metiendo otros dentro del cerco, hasta que así acabaron de contarlos a todos, y contados ya , fuéronlos separando y ordenando por na ciones.

LXI. Los pueblos que militaban eran los siguientes: Ve nian los Persas propios llevando en sus cabezas unas tia ras, como se llaman , hechas de lana no condensada á ma nera de fieltro; traian apegadas al cuerpo unas túnicas con mangas de varios colores, las que formaban un coselete con unas escamas de hierro parecidas á las de los pesca dos[2]; cubrian sus piernas con largas bragas; en vez de


  1. Ocupaban los Cicones en la Tracia las costas del Egeo, siendo Eno ó la actual Igno su capital.
  2. Otros diferencian esas túnicas del coselete, haciendo de ellas una especie de sobrevesta con que cubrian los Persas las ar mas: la gerra era un escudo tejido de mimbres.