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CXLII. · Habiendo los enviados tomado por escrito esta : segunda respuesta , que parecia ser y era realmente más blanda y suave que la primera, dieron la vuelta para Ale nas. Luego que regresaron , como en un congreso del pue . blo diesen razon del un oráculo , entre otras varias inter prelaciones de los que lo examinaban , dos habia que se miraban por más fundadas y graves. Era una la de algunos ancianos, diciendo que lo que aquel dios les significaba á su parecer en el oráculo , era que el alcázar les quedaria salvo y libre; dando por razon que la fortaleza de Atenas estaba en lo antiguo defendida con una estacada, y conje Curando que esta valia deberia ser la muralla de que ha blaba el oráculo . Otros decian , por otra parte , que aludia el dios a las naves, y eran de sentir que dejando lo demas se alistasc la armada, si bien estos que entendian las na. ves por aquel muro de madera no veian claro el sentido de los dosúltimos versos que decia la Pythia : « ¡Oh Salami. na la fausta ! ;oh cuánto hijo de madre perderás tú , o bien Céres se una ó se separe!» Estos versos, repilo , ponian en confusion á los que tomaban las naves por aquel muro de leño, por cuando los intérpretes de esta opinion los enten dian de modo como si fuera necesario que los Atenienses dispuestos á una batalla naval quedasen vencidos cerca de Salamina.

CXLIII. Habia entre los Ateniensez un sujeto que poco antes habia empezado á ser tenido por uno de los políticos de más alla reputacion, por nombre Temistocles, hijo de Neoclcs. Decia este insigne varon , que los intérpretes no daban de lleno en el blanco del oráculo , y alegaba que si aquel verso recayera de algun modo contra los Atenien scs, no se explicara el oráculo con tanta blandura, ántes bien dijera , joh fatal Salamica! en vez de decir joh Sala mina la fausta ! puesto que los moradores debiesen perecer cerca de ella , y qué lómando el valicinio por el verso quo les convenia, la verdad era que aquel oráculo lo habia ,