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cio en manos de Aristagoras, para que lo manejara como mejor le pareciese , añadiéndole que bien podia de su parte decir al virey que no favoreceria á quien no lo supiera agradecer, y que los gastos de la empresa correrian de su propia cuenta, pues no podian dudar que lo mismo habia de ser presentarse en Naxos que rendirse, no solamente los Naxios , sino áun los demas isleños, y hacer cuanto se les pidiese , no obstante que hasta alli ninguna de las Cicla das reconociese por soberano á Darío .

XXXI. Emprende Aristagoras su viaje a Sardes, donde da cuenta y razon á Artafernes de cómo la isla de Naxos , sin ser una de las de mayor extension , era con todo de las mejores, muy bella, muy cercana á la Jonia , muy rica de dinero , y muy abundante de esclavos.— « No hariais, con - tinuó , una expedicion hácia allá para volver á Naxos unos ciudadanos que de ella han sido echados ? Dos grandes · ventajas veo en ello para vos: una que además de correr de nuestra cuenta los gastos de la armada , como es razon que corran , ya que nosotros los ocasionamos, cuento aún con grandes sumas de dinero para poderos pagar el bene ficio : la otra es que aprovechándoos de esta ocasion , no sólo podreis añadir a la corona la misma Naros, sino tam bien las islas que de ella penden , la de Paros, la de An dros, y las otras que llaman Cícladas. Y dado este paso , bien fácil os será acometer desde allí á Eubea , isla grande y rica, nada inferior a la de Chipre , y lo que más es, fácil de ser lomada . Soy de opinion de que con una armada de cien naves podreis conseguir todas estas conquistas. Amigo , le respondió Artafernes, muestras bien en lo que medices el cclo del público servicio , y tu aficion a la casa real, proponiéndome, no sólo proyectos tan interesantes à la corona, sino dándome almismo tiempo medios tan opor tunos para el intento . En una sola cosa veo que andas algo corto , en el número de naves: tú no pides más que ciento , pues yo te prometo aprestarte doscientas al abrir la prima