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go antes declarado, con el objeto de defender su tierra y de impedir el paso de la senda, pues la entrada por la par to inferior estaba confiada a la custodia de los que llevo dicho; pero la senda delmonte la guardaban los Focenses , que de su voluntad se habian ofrecido á Leonidas para su defensa .

CCXVIII. Al tiempo de subir los Persas á la cima del monte no fueron vistos, por estar todo cubierto de encinas; pero no por eso dejaron de ser sentidos de los Focenses por el medio siguiente. Era serena la noche y mucho el estrépilo que por necesidad hacian los Persas, pisando tanta hojarasca como allí estaba tendida . Con este indicio vánse corriendo los Focenses á tomar las armas, y no bien acaban de acomodárselas, cuando se presentan ya los bár. baros á sus ojos . Al ver estos alli tanta gente armada , quedan suspensos de pasmo y admiracion , como hombre's que, sin el menor recelo de dar con ningun enemigo, so encuentran con un ejército formado. lemiendo mucho Hi darnes no fuesen los Focenses un cuerpo de Lacedemo nios, preguntó á Epialtes de que nacion era aquella tropa , y averiguada bien la cosa , formó sus Persas en Orden de batalla . Los Focenses, viéndose herir con una espesa lluvia de saetas , retiráronse huyendo al picacho más alto del monte , creidos de que el enemigo venía solo contra ellos sin otro destino, y con este pensamiento se disponian á morir peleando. Pero los Persas conducidos por Epialtes, á las órdenes de Hidarnes, sin cuidarse más de los Focen . ses, fueron bajando del monte con suma presteza.

CCXIX. El primer aviso que tuvieron los Griegos que se hallaban en Termopilas, fué el que les dió el adivino Megistias, quien , observando las víctimas sacrificadas, les dijo que al asomar la aurora les esperaba la muerte . Lle gáronles despues unos desertores[1], que les dieron cuen


  1. Diodoro nombra un solo desertor, llamado Tirastiadas, da pátria Cumapa