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XXV. Publicado el bando, de nada hubo luego en la escuadra tanta falta como de barcos en que pasar á Termo pilas: lantos eran los que querian concurrir alespcctáculo . Pasados allá , miraban los cadáveres discurriendo por mc dio de ellos, bien asegurados todos de que eran dichos mucrlos Lacedemonios y Tespienses, pues veian en olro traje a los ilotas, tendidos alli mismo. Pero á nadie se le pasó por alto el artificio y disimulo quc usó Jerges con sus muertos; pareciólcs ántes á todos una cosa ridicula que se dejasen ver1.000de sus soldados lendidos , y que los encmigos , en número de4.000, csluviesen alli juntos y recogidos ca un mismo silio . Esle dia entero lo gastaron en aquel espectáculo , pero el dia despues dieron unos la vuella para sus naves á Histiea , y los del cjército de Jer ges se dispusicron para la marcha.

XXVI. Entretanto , ciertos avenlurcros nalurales de Ar cadia , pocos en número , faltos de medios y descosos de tener á quien servir para ganarse la vida , se pasaron á los Persas . Conducidos a la presencia del rey , preguntáronles los Persas, llevando uno la voz en nombre de todos, quó era lo que entonces cslaban haciendo los Gricgos. Res pondieron cllos que celebraban los juegos olimpicos, ha biendo concurrido á los certámenes gimnicos y corridas de caballos. Preguntó el Persa cuál cra el premio pro pucsto por cuyo goce contendian , á lo que respondieron quc la presca consistia en una corona de olivo que alli se daba . Entónces fue cuando oyendo esto Tritanicgmes , hijo de Artabano , prorumpió en un dicho finisimo , si bien le costó ser lcnido del rey por traidor y cobarde; pues in . formado de que el premio , en vez de ser de dinero , era una guirnalda, no pudo contenerse sin decir delante de todos: – «Dravo, Mardonio , ¿contra qué especie de hom bres nos sacas á campaña, que no se las apuestan sobre -quién será más rico, sino más virtuoso ?»

XXVII. En el inte rmedio del ticmpo que pasó despues