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de vosotrosmuestre si se interesa ó no por su rey ; que ea ' viiestra mano, segun parece , está ni salud y vida.» Apenas hrbo hablado , cuando los Persas , hecha al soberano una p : ofunda inclinacion ,saltaron por símismos al agua, con lo que , aligerada la nave, pudo llegar al Asia á salvamento , Allí, saltando Jerges en tierra , dicen que ejecutó al punto una de sus justicias, pues premió con una corona de oro al piloto por haber salvado la vida del rey, y le mando cortar la cabeza por haber perdido á tanto Persa .

CXIX. Pero á mi por lo ménos no se'me hace digna do fe esta otra narracion de la vuelta de Jerges, prescindiendo de otros motivos, por lo que se dice en ella acerca de la desventura de los Persas; porque dado caso que el piloto hubiera dicho aquello á Jerges , me atrevo á apostar que entre diez mil hombres no habrá uno solo que conmigo no convenga en que el rey en tal caso hubiera dicho que aquellos pasajeros que estaban sobre la cubierta , mayor mente siendo Persas, y primeros personajes entre los Per sas, se bajasen á la parte cóncava del buque, y que los remeros fenicios , tantos en número cuantos eran los Per sas, ſuesen arrojados almar. Lo cierto es que el rey volvió al Asia , marchando por tierra” con lo demas del ejército , como llevo referido .

CXX. Otra prueba vehemente hay do lo que digo ; pues consta que en su retirada pasó Jerges por Abdera, y asentó con los de aquella ciudad un concierto de hospedaje , y les hizo el regalo de un alfanje de oro y de una tiara bordada en oro . Algo más añaden los Abderitas , aunque yo no los crea en ello de ningun modo , que alli ſué donde la vez primera se desciño Jerges la espada despues de la huida de Atenas, como quien no tenía ya que temer . Lo cierto es que Abdera está situada más cerca del Helesponto que el Estrimon y Eyona, de donde pretenden los autores de la otra narracion qun caliese el rey de su galera.

CXXI. Los Griegos de la armada , viendo que no podian