VII. Hé aquí cuál era entretanto la situacion de los La
cedemonios: hallábanse por una parte muy ocupados á la
sazon en celebrar sus Hiacintias, así llamaban sus fiestas
en honor del niño Hiacinto , empleándoles toda la atencion
y cuidado el célebre culto de sų dios; y por otra andaban
muy afanados en llevar adelante la muralla que sobre el
istmo iban levantando y que tenian en estado ya de reci
bir las almenas. Apenas entrados , pues , en Lacedemonia
los embajadores de Atenas, en cuya compañía venian los
enviados de Megara y los de Platea, presentáronse á los
Eroros, y les hablaron en estos términos: - « Venimos aquí
de parte de los Atenienses, quienes nos mandan declararos
los siguientes partidos que el rey de los Medos nos pro •
pone: primero , se ofrece á restituirnos nuestros dominios;
segundo, nos convida á una alianza ofensiva y defensiva
con una perfecta igualdad é independencia , sin doblez ni
engaño; tercero , nos promete, y sale de ello garante, aña
dir á nuestra república el estado y provincia que nosotros
queramos escoger . Pero los Atenienses, tanto por el res
peto con que veneramos á Júpiter Helenio, patrono de la
Grecia[1], cuanto por el horror innato que en nosotros
sentimos de ser traidores á la patria comun , no le dimos
oidos , rechazando su proposicion , por más que nos viéra.
mos ántes, no como quiera agraviados , sino lo que es más,
desamparados y vendidos por los Griegos; y esto sabiendo
muy bien cuánta mayor utilidad nos traeria la avenencia
que no la guerra con el Persa . Ni esto lo decimos porque
dos arrepintamos de lo hecho , protestando de nuevo que
jamás nos coligaremos con el bárbaro , sino solamente
para que se vea adónde llega nuestra fe y lealtad para con
los Griegos. Vosotros, si bien estabais temblando entonces
de miedo , y por extremo recelosos de que no conviniéra
mos en pactos con el Persa, viendo despues claramente ,
- ↑ Como tal habia sido escogido por Eaco, quien en Egina le origió un templo .