Página:Los nueve libros de la historia de Heródoto de Halicarnaso - Tomo II (1898).pdf/452

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
450

-

mencionados rebaños del sol, cuyo aprisco viene á sor una cueva apartada y distante de la ciudad . Sucedió , pues, que Evenio , encargado por su turno de la guarda de aquel ganado, como en tiempo de la vela se quedase dormido , acometiendo unos lobos al hato divino, le mataron unas cabezas. Echólo de ver Evenio ; pero selló los labios sin decir palabra á nadie , con ánimo de comprar y reponer otras tantas cabezas de ganado. El daño estuvo en que no pado ocultarse la cosa de manera que no llegase á oidos de los de Apolonia , quienes llamándole a juicio le conde naron á perder los ojos, por haberse dormido durante su guardia en vez de velar. Apenas le sacaron los ojos, cuando vieron que ni sus ganados les daban nuevas crias , ni las tierras les rendian los mismos frutos que antes; desastres predichos contra ellos en Dodona y en Delfos. En esta ca lamidad , quisieron saber de aquellos profetas cuál era la culpa que causaba la presente desventura , y se les respon . dió de parte de los dioses, que por haber privado inicua . menta de la vista al guardian del sacro rebaño, Evenio ; pues los dioses mismos habian sido quienes echaron con tra él aquellos lobos; y que tuvieran bien entendido que no alzarian la mano del castigo vengando á Evenio , si pri mero no le daban la satisfaccion que el mismo quisiera aceptar por la injusticia que con él se habia ejecutado; que practicada por los Apolonios esta diligencia , iban los dioses å hacer una merced tal y tan grande á Evenio, que por ella muchos serian los hombres que le tuvieran por feliz .

XCIV. Los de Apolonia , en vista de los oráculos, quo guardaban muy secretamente , encargaron á ciertos veci. nos el negocio de la recompensa debida á Evenio , y los comisionados se valieron del siguiente Medio . Estando Svonio sentado en su silla , van á visitarle aquellos hom ores; siéntanse á su lado, comienzan á discurrir sobre otros asuntos, y poco a poco hacen recaer la conversacion sobre la compasion que aquella su desgracia las causaba . Con