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de la plaza, va á juntarse con el Hermo, que desagua en el mar . Sucedió , pues, que la misma necesidad forzó á Lidios y Persas, juntos allí cerca del Pactolo , á defenderse de los enemigos; y como viesen los Jonios que algunos de aquellos les hacian ya, en efecto , resistencia , y que otros en gran número venian contra ellos, poseidos de miedo fueron retirándose en buen órden hacia el monte que lla man Tmolo , y de allí, venida ya la noche, partieron de vuelta hácia sus naves.

CII. En el incendio de Sardes quedó abrasado el templo de Cibebe, diosa propia y nacional; pretexto de que se va lieron los Persas en lo venidero para pegar fuego a los templos de la Grecia[1]. Los otros Persas que moraban de estotra parte del Halis , al oir lo que en Sardes estaba pasando, unidos en cuerpo de ejército , acudieron al so corro de los Lydios; pero no hallando ya á los Jonios en aquella capital y siguiendo sus pisadas, los alcanzaron en Efeso . Formáronse los Jonios en filas y admitieron la batalla que los Persas les presentaban ; pero fueron de talmodo rotos y vencidos, que muchos murieron en el campo á manos del enemigo. Entre otros guerreros de nombre que allí murieron , uno fué el jefe de los Eretrios, llamado Euálcides, aquel atleta que en las justas Coronarias habia ganado en premio público la corona y habia por ello mere cido que Simonides Ceio le subiera á las nubes. Los otros Jonios que debieron la salvacion à la ligereza de sus piés, se refugiaron á varias ciudades.

CII. Tal ſué el éxito de aquel combate ,despues del cual los Atenienses desampararon de tal manera á los Jonios , que a pesar de los repetidos ruegos é instancias que les hizo despues Aristagoras por medio de sus diputados, se man


  1. Mero pretexto, sin duda; pues los Persas abrasaron en Egip to muchos templos , guiados por su principio religioso deque á dioses no debia encerrárseles entre paredes.