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se abstuviese de inquietar á ninguna ciudad de losGriegos , cuyas injurias no podrian mirar con indiferencia .

CLII. Dícese que Cyro , despues que el enviado acabio su propuesta, preguntó a los Griegos que cerca de si tenia , qué especie de hombres eran los Lacedemonios, y cuántos en número , para atreverse á hacerle semejante declaracion , y que informado de lo que preguntaba , respondió al ora dor: - « Nunca temi á unos hombres que tienen en medio de sus ciudades un lugar espacioso , donde se reunen para en . gañar á otros con sus juramentos; y desde ahora les ase guro que si los dioses me conservaren la vida , yo haré que so lamenten , no de las desgracias de los Jonios , sino de las suyas propias,» Este discurso iba dirigido contra todos los Griegos , que tienen en sus ciudades una plaza destinada para la compra y venta de sus cosas, costumbre descono cida entre los Persas, que no tienen plazas en las suyas. Despues de esto , dejando al Persa Tábalo por gobernador de Sardes, y dando al Lydio Páctyas la comision de recau dar los tesoros de Creso y de los otros Lydios, partióśe con sus tropas para Ecbátana , llevando consigo á Creso , y te niendo por negocio de poca importancia el acomeler sobre la marcha á los Jonios. Bien es verdad que para esto le ser vian de embarazo Babilonia y la nacion Bactriana, los Sacas y los Egipcios, contra los cuales él mismo en persona que ria conducir su ejército , enviando contra los Jonios á cual quiera otro general.

CLIV. Apenas Cyro habia salido de Sardes, cuando Pac tyas insurreccionó á los Lydios, y habiendo bajado á la cos . ta del mar, como tonia a su disposicion todo el oro de Sar des, le ſué fácil reclutar tropas mercenarias, y persuadir a la gente de la marina que le siguiese en su expedicion . Die rigióse, pues, hacia Sardes, puso á la ciudad sitio y obligo al gobernador Tábalo á encerrarse en la ciudadela .

CLV. Cyro en el camino luvo noticia de lo que pasaba, y hablando de ello con Creso, le dijo: - “ ¿Cuándo tendrán