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eomida pase uno alrededor de los convidados,presentándo les en un pequeño ataud una estatua de madera de un sodo o de dos á lo más[1], tan perfecta , que en el aire y color remeda al vivo un cadáver , y diciendo de paso á cada uno de ellos al presentársela y enseñarla : « ¡No le ves? mi rale bien : come y bebe y huelga ahora, que muerto no has de ser otra cosa que lo que ves.» Costumbre es esta , como he dicho, en los espléndidos banquetes.

LXXIX. Contentos los Egipcios con su música y cancio . nes patrias , no admiten ni adoptan ninguna de las extran jeras. Entre muchos himnos y canciones nacionales , á cual más lindas lo es con preferencia cierta cantinela, usada tambien en Fenicia , en Chipre y en varios paises, y aunque en cada uno de ellos lleva su nombre particular , es no sólo parecida, sino igual exactamente á la que cantan los Grie gos con el nombre de Lino. Y entre tantas cosas que 20acabo de admirar entre los Egipcios, no es lo que menos ha excitado mi curiosidad el saber de dónde les procedia aquel cántico ,al cual son tan aficionados que siempre se oye en sus labios, y al que en vez de Lino llaman Maneros en egipcio . Así dicen se llamaba el hijo único del primer rey de Egipto , muerto el cual en la flor de su edad , quisieron los Egipcios conservar la memoria del infeliz príncipe, y honrar al difunto con aquellas fúnebres endechas que fue ron la primera y única cancion del pais.

LXXX. Otra costumbre guardan los Egipcios en la quo se parecen , no á los Griegos en general, sino á los Lacede monios , pues que los jóvenes al encontrarse con los ancia nos se apartan del camino cediéndoles el paso , y se ponen en pié al entrar en la pieza los de mayor edad , ofrecién doles luego su asiento .

LXXXI. Pero en lo que á ninguno de los Griegos se pa


  1. Segun Luciano, era una momia, y no una estatua, la que se introducia en los convites .