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saltando en tierra y atrincherados en sus reales, ante todo enviaron á fion sus embajadores en compañia delmismo Melenao, quienes, introducidos dentro de la plaza , pidieron se les restituyera Helena y los tesoros que en su rapto les babia hurtado Alejandro , y que se les diera al mismo tiempo cabal satisfaccion de la injuria por él cometida ; pero los Troyanos, entonces y despues, siempre que fueron reque ridos, de palabra y con juramentos respondian que no te nian en su ciudad á Helena, ni en su poder los tesoros mencionados; que aquella y éstos se hallaban detenidos en Egipto[1], y que no parecia justo ni razonable salir res. ponsables y garantes de las prendas que el rey egipcio te nía interceptadas. Los Griegos , tomando la respuesta por un nuevo engaño con que se les queria insultar , no levan taron el sitio puesto a la ciudad hasta tomarla á viva fuerza ; mas despues de tomada la plaza , no pareciendo Helena, y oyendo siempre la misma relacion de los Troyanos, se con vencieron al cabo de lo que decian y de la verdad del su ceso , y enviaron á Menelao para que se presentase á Proteo .

CXIX. Llega Menelao al Egipto , sube rio arriba hasta Memfis , y hace una sincera narracion de todo lo sucedido. Protéo no sólo lo hospeda en casa y regala magnificamente , sino que le restituye su Helena sin desdoro en su honor, y sus tesoros sin pérdida ni menoscabo . Mas á pesar de tan tas honras y favores como alli recibió Menelao , no dejó de ser ingrato y áun malvado con los Egipcios, pues no pu diendo salir del puerto, como deseabà , por serle contrario


  1. La autoridad de Euripides , que en su Helena y en su Elec tra expresamente afirma que no fué á Troya la esposa de Menelao , sino que sedetuvo en Egipto , y las razones de verosimilitud que añade luego Herodoto , hacen probable la narraciou de los sacerdo tos Egipcios, caso de que sea verdadera la historia do Helena y del sitio de Troya, la cual no fuera extraño que, á imitacion del sofista Dion Crisóstomo, álguien negase en esto siglo de nuvedad , asi como se niega ya por alguno la existencia de Homero, cantor do aquellos hechos.