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à discurrir consigo mismo cuál de sus halajas sintiera más perder, halló que seria sin duda un sello que solia siempre llevar , engastado en oro y grabado en una esmeralda , pieza trabajada por Teodoro el Samio , hijo de Telecles . Al punto mismo, resuelto ya á desprenderse de su sello querido, es coge un medio para perderlo adrede, y mandando equipar uno de sus pentecónteros , se embarca en él, dando orden de engolfarse en alta mar , y lejos ya de la isla, quítase el sello de su mano á vista de toda la tripulacion , y arrojándolo al agua,manda dar la vuelta hacia el puerto , volviendo á casa triste y melancólico sin su querido anillo .

XLII. Pero al quinto ó sexto dia de su pérdida volunta ria le sucedió una rara aventura. Habiendo cogido uno de los pescadores de Samos un pescado tan grande y exquisito que le parecia digno de presentarse á Policrates , va con él å las puertas de palacio , diciendo querer entrar á ver y ha blar á Policrates su señor. Salido el recado de que entrase , entra alegre el pescador , y al presentar su regalo : – « Se ñor , le dice, quiso la buena suerte que cogiera ese pescado que ahí veis, y mirándolo desde luego por un plato digno de vuestra mesa , aunque vivo de osle oficio y trabajo de mis manos, no quise sacar a la plaza este pez tan regalado; tened , pues , á bien recibir de mi este regalo .» Contento Polícrates con la bella y simple oferta del buen pescador, le respondió asi: « Has hecho muy bien , amigo; dos placeres me haces en uno, hablándome como me hablas, y regalán dome comome regalas con ese pescado tan raro y precio 80: quiero que seas hoy mi convidado[1].» Piénsese cuán ulano se volveria el pescador con la merced y honra que se le hacía. Entretanto , los criados de Policrates al aderezar y partir el pescado , hallan en su vientre el mismo sello de su


  1. Policrates conservaba al parecer, contra lo que sucede gem peralmente, aquella afectacion de familiaridad con el pueblo ,aque Ila afábilidad y bizarria en convites y en servicios que le habian conducido almando, ganándole el aura popular.