Página:Los subterraneos de Buenos Aires - Pedro V. de San Martin.pdf/40

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
40
LOS SUBTERRÁNEOS

Este recuerdo entristeció á Sofía y respondió:

—Nada, señora.

—Si U. no tomara á mal que la visitase, tendría mucho gusto en visitarla... Además tengo que hacerle una proposicion ... Con que, si me permite ...

—Pase U. adelante, - profirió Sofía considerando que en la soledad en que se hallaba aquella compañía podría servirle de consuelo, pues ignoraba que la vieja era una gran bribona.

—Esta, entrando, la alhagó espresándose:

—Si U. supiera cuanto interés me he tomado por U. niña, al tener conocimiento de su desgracia! Varias veces he tenido deseos de venir á ofrecerle mis servicios y luego he vacilado temiendo importunarla. Pero no he podido resistir más y aquí me tiene U., á sus órdenes.

—Gracias, señora, siéntese...

—Muy bien, hijita, así conversaremos; porque, ya lo he dicho, tengo tambien que hacerle una propuesta y debemos entendernos. Eso sí, todo es por el bien de U., porque, á la verdad, su soledad me inspira una profunda simpatía, y quiero serle útil.

—¡Oh! señora, yo agradezco...

—¿Y cómo no sentir por U. un cariño sincero? ¡Pobre niña, vivir así... ¿No tiene miedo de estar tan solita? ¿No se cansa de trabajar?

—Qué quiere U., la necesidad...

—¡Necesidad... ! No hable U. de eso. ¿Pues que,