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DE BUENOS AIRES

abierto á las miserias del mundo. Ni por la lectura de novelas conocía las intrigas y pasiones de la vida. No suponía ni podía suponer que fuera del límite del hogar, en donde había llegado á los veinte años en una plácida inocencia infantil, existieran séres que pudieran traficar con su inmaculado decoro. No veía pues nada censurable en lo que se le acababa de proponer. Solamente la sorprendían dos cosas; que por un trabajo que no lo consideraba tal, se le ofreciera tanto dinero, por que cinco mil pesos le parecían una suma fabulosa; y que se dirijiesen á ella, tan desconocida, cuando seguramente existirían numerosas mujeres más hermosas á quienes se pudiera hacer tan ventajoso ofrecimiento.

Así es que preguntó candorosamente:

— ¿Y quién se ha interesado por mí?

— Es un pintor, pero no de profesion, sinó un aficionado que hace cuadros para entretenerse simplemente. Ha pasado por aquí, la ha visto á. U., y como él andaba buscando una mujer hermosa que le sirviera de modelo para una obra que tiene entre manos, se ha dirijido á mí para que le hiciera á U. la propuesta. El es antiguo conocido mio. Yo, por satisfacerle y hacer á U. un servicio, me comprometí á llenar la comision; hé aquí todo.

— ¿Me ha encontrado tan hermosa ese señor?

— Sí, hermosísima: tanto que dice que á la Vénus que está por concluir quiere darle la misma figura de U.