Ir al contenido

Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/209

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
207

en una parte, y ninguna hallo tan buena como esta donde estamos: que aquí se te ofrecen riquezas en abundancia, no en promesas, sino en verdad, y mujer noble y hermosísima en todo extremo, digna, no de que te ruegue, como te ruega, sino de que tú le ruegues, la pidas y la procures.

En tanto que Auristela esto decía, la miraba Periandro con tanta atención, que no movía las pestañas de los ojos; corría muy apriesa con el discurso de su entendimiento, para hallar adónde podrían ir encaminadas aquellas razones; pero, pasando adelante con ellas, Auristela le sacó de su confusión, diciendo:

—Digo, hermano, que con este nombre te he de llamar en cualquier estado que tomes, digo que Sinforosa te adora y te quiere por esposo; dice que tiene riquezas increíbles, y yo digo que tiene creíble hermosura; digo creíble, porque es tal, que no ha menester que exageraciones la levanten ni hipérboles la engrandezcan; y, en lo que he echado de ver, es de condición blanda, de ingenio agudo y de proceder tan discreto como honesto. Con todo esto que te he dicho, no dejo de conocer lo mucho que mereces, por ser quien eres; pero, según los casos presentes, no te estará mal esta compañía. Fuera estamos de nuestra patria; tú, perseguido de tu hermano, y yo de mi corta suerte; nuestro camino a Roma, cuanto más le procuramos, más se dificulta y alarga; mi intención no se muda, pero tiembla, y no querría que, entre temores y peligros, me saltease la muerte,