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deseo. Mauricio, también deseoso de volver a su patria, acudió a su ciencia, y halló en ella que grandes dificultades habían de impedir su partida; comunicólas con Arnaldo y Periandro, que ya habían sabido los intentos de Sinforosa y Policarpo, que les puso en mucho cuidado, por saber cierto, cuando el amoroso deseo se apodera de los pechos poderosos, suele romper por cualquiera dificultad, hasta llegar al fin de ellos; no se miran respetos, ni se cumplen palabras, ni guardan obligaciones; y así, no había para qué fiarse en las pocas o ninguna en que Policarpo los estaba. En resolución: quedaron los tres de acuerdo que Mauricio buscase un bajel, de muchos que en el puerto estaban, que los llevase a Inglaterra secretamente, que para embarcarse no faltaría modo convenible, y que en este entretanto no mostrase ninguno señales de que tenían noticias de los disinios de Policarpo. Todo esto se comunicó con Auristela, la cual aprobó su perecer, y entró en nuevos cuidados de mirar por su salud y por la de todos.