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Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/277

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CAPITULO XII
DEL SEGUNDO LIBRO

Prosigue Periandro su agradable historia, y el robo de Auristela.


La que con más gusto escuchaba a Periandro era la bella Sinforosa, estando pendiente de sus palabras como con las cadenas que salían de la boca de Hércules: tal era la gracia y donaire con que Periandro contaba sus sucesos. Finalmente, los volvió a anudar, como se ha dicho, prosiguiendo desta manera:

—Al Amor, al Interés y a la Diligencia dejó atrás la Buena Fortuna: que sin ella vale poco la Diligencia, no es de provecho el interés ni el Amor puede usar de sus fuerzas. La fiesta de mis pescadores, tan regocijada como pobre, excedió a las de los triunfos romanos: que tal vez en la llaneza y en la humildad suelen esconderse los regocijos más aventajados. Pero como las venturas humanas estén por la mayor parte pendientes de hilos delgados, y los de la mudanza fácilmente se quiebran y desbaratan, como se quebraron las de mis pescadores, y se retorcieron y fortificaron mis desgracias, aquella noche la pasamos todos