CAPITULO XIII
DEL SEGUNDO LIBRO
La salud del enhechizado Antonio volvió su gallardía a su primera entereza, y con ella se volvieron a renovar en Zenotia sus mal nacidos deseos, los cuales también renovaron su corazón los temores de verse de él ausente: que los desahuciados de tener en sus males remedio nunca acaban de desengañarse que lo están, en tanto que ven presente la causa de donde nacen. Y así procuraba con todas las trazas que podía imaginar su agudo entendimiento, de que no saliesen de la ciudad ninguno de aquellos huéspedes, y así volvió a aconsejar a Policarpo que en ninguna manera dejase sin castigo el atrevimiento del bárbaro homicida, y que, por lo menos, ya que no le diese la pena conforme al delito, le debía prender y castigarle siquiera con amenazas, dando lugar que el favor se opusiese por entonces a la justicia, como tal vez se suele hacer en más importantes ocasiones. No la quiso tomar Policarpo en la