Ir al contenido

Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/298

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

296

vueltos pensamientos de Policarpo no le dejaban estar muy atento a los razonamientos de Periandro, y quisiera que no le quedara más que decir, porque le dejara a él más que hacer: que las esperanzas propincuas de alcanzar el bien que se desea fatigan mucho más que las remotas y apartadas. Y era tanto el deseo que Sinforosa tenía de oír el fin de la historia de Periandro, que solicitó el volverse a juntar otro día, en el cual Periandro prosiguió su cuento en esta forma:

—Contemplad, señores, a mis marineros, compañeros y soldados, más ricos de fama que de oro, y a mí con algunas sospechas de que no les hubiese parecido bien mi liberalidad; y puesto que nació tan de su voluntad como de la mía en la libertad de Leopoldio, como no son todas unas las condiciones de los hombres, bien podía yo temer no estuviesen todos contentos y que les pareciese que sería difícil recompensar la pérdida de cien mil monedas de oro, que tantas eran las que prometió Leopoldio por su rescate, y esta consideración me movió a decirles: “Amigos míos, nadie esté triste por la perdida ocasión de alcanzar el gran tesoro que nos ofreció el rey, porque os hago saber que una onza de buena fama vale más que una libra de perlas, y esto no lo puede saber sino el que comienza a gustar de la gloria que da el tener buen nombre. El pobre a quien la virtud enriquece suele llegar a ser famoso, como el rico, si es vicioso,