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Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/53

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caballeros ingleses que habían venido, llevados de su curiosidad, a ver a España, y habiéndola visto toda, o, por lo menos, las mejores ciudades della, se volvían a su patria.

"Sucedió, pues, que yo me revolví sobre una cosa de poca importancia con un marinero inglés, a quien fué forzoso darle un bofetón; llamó este golpe la cólera de los demás marineros y de toda la chusma de la nave, que comenzaron a tirárme todos los instrumentos arrojadizos que les vinieron a las manos; retiréme al castillo de popa, y tomé por defensa a uno de los caballeros ingleses, poniéndome a sus espaldas, cuya defensa me valió de modo que no perdí luego la vida. Los demás caballeros sosegaron la turba; pero fué con condición que me arrojasen a la mar o que me diesen el esquife o barquilla de la nave, en que me volviese a España o adonde el cielo me llevase. Hízose así: diéronme la barca, proveída con dos barriles de agua, uno de manteca y alguna cantidad de bizcocho; agradecí a mis valedores la merced que me hacían; entré en la barca con solos dos remos; alargóse la nave; vino la noche escura; halléme solo en la mitad de la inmensidad de aquellas aguas, sin tomar otro camino que aquel que le concedía el no contrastar contra las olas ni contra el viento; alcé los ojos al cielo; encomendéme a Dios con la mayor devoción que pude; miré al norte, por donde distinguí el camino que hacía, pero no supe el paraje en que estaba.