de cuanto necesitaba y se encargó de que nada le faltase para su educacion.
Juan no se llevó su libro de cuentos porque, considerándolo como un patrimonio de familia, lo dejó encomendado á sus padres. Pedro leía frecuentemente en él los dos cuentos que ya conocia, sin tomarse la molestia de aprender otros por no saber leer de corrido.
Cada vez que Juan escribía, eran sus cartas mensajeros de satisfaccion y alegría. La castellana le habia confiado á muy buenos maestros que le educaban con el mayor esmero y él correspondia con su aplicaciln y buena conducta á los beneficios de sus protectores. Todos estaban muy contentos de él y cuando llegó el caso de seguir una carrera, escogió la de institutor, para dedicarse á su vez á la instruccion de la niñez.
¿Nos dará Dios bastante vida para que volvamos á ver aquí á nuestro hijo dirigiendo la escuela del lugar, como nos ha prometido nuestra excelente ama? decia Juan una noche, delante del hogar y en medio de su familia.
En todo caso, respondió Cristina, moriremos tranquilos sobre la suerte de nuestro querido Juan. Dios protege tambien á los hijos de los pobres. La historia del nuestro es maravillosa : se creeria que está sacada del libro de cuentos.