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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

De aquí se desprende que todos, al igual que Nestorio, quieren con imprudente osadía "separar a Cristo" y, por tanto, según el testimonio del apóstol Juan, "no son de Dios"[1].

Por eso, desde el jefe supremo de esta Sede Apostólica, exhortamos con corazón paternal a todos los que se enorgullecen de ser seguidores de Cristo, y que depositan en él la esperanza y la salud tanto de las personas como del consorcio humano, a adherirse cada día más firme y estrictamente a la Iglesia romana, en la que se cree en Cristo con una fe única, integral y perfecta, se le honra con un sincero culto de adoración, se le ama con una llama viva y perenne de la caridad. Deben recordar, especialmente aquellos que gobiernan el rebaño separado de Nosotros, que esa fe profesada solemnemente por sus antepasados ​​en Éfeso, se conserva sin cambios y es defendida enérgicamente, como en el pasado hasta el presente, por esta suprema Cátedra de verdad; deben recordar que tal pureza y unidad de fe está fundada y tiene firmeza en la única piedra colocada por Cristo, y que, asimismo, sólo a través de la autoridad suprema del Beato Pedro y sus Sucesores se puede mantener incorrupta.

Y, aunque hace unos años tratamos de esta unidad de la religión católica con más amplitud en la encíclica «Mortalium animos», será útil recordarla aquí brevemente en resumen, ya que la unión hipostática de Cristo, confirmada solemnemente en el Concilio de Éfeso, propone y representa el tipo de esa unidad con la que nuestro Redentor quiso adornar su cuerpo místico, es decir, la Iglesia, "un cuerpo"[2], "bien organizado y conectado"[3]. Y verdaderamente, si la unidad personal de Cristo es el arcano ejemplar al que él mismo quiso conformar la única estructura de la sociedad cristiana, todo hombre sensato comprende que esto no puede en absoluto surgir de una cierta unión vana de muchos discordantes entre sí, sino sólo desde una jerarquía, desde un magisterio único y supremo, desde una única regla de fe, desde una única fe de cristianos[4]. Esta unidad de la Iglesia, que consiste en la comunión con la Sede Apostólica,

  1. 1 Jn 4,3.
  2. 1 Co 12,12.
  3. Ef 4,16.
  4. Cfr. Encíclica Mortalium animos