Página:Lux veritatis.pdf/24

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
516
Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

De hecho, estas dos enseñanzas nuestras encuentran, tanto en los deberes de la maternidad divina como en la familia de Nazaret, un modelo eminente que proponer para la imitación de todos. De hecho, para usar las palabras de Nuestro predecesor León XIII de feliz memoria, “los padres de familia tienen en José una excelente guía de providencia paterna y vigilante; las madres, en la Santísima Virgen Madre de Dios, un modelo distinguido de amor, veracidad, sumisión espontánea y perfecta fidelidad; y los hijos, en Jesús, que se sometió a ellos, encuentran un modelo de obediencia digno de admiración, veneración e imitación"[1].

Pues es especialmente beneficioso que aquellas madres de esta época que, molestas por la descendencia y el vínculo conyugal, han degradado y violado los deberes que se habían impuesto a sí mismas, levanten la mirada hacia María y consideren seriamente con qué gran dignidad asumió ella los deberes de la maternidad. Por tanto, se puede esperar que, con la gracia de la Reina celestial, sean movidas a ruborizarse por la ignominia infligida al gran sacramento del matrimonio, y que se animen de todo corazón a lograr, con todos los esfuerzos, las admirables cualidades de sus virtudes.

Y si todo esto sucede según Nuestros deseos, es decir, si la sociedad doméstica -principio fundamental de toda la sociedad humana- vuelve a un tan digno nivel de probidad, sin duda seremos capaces de afrontar y finalmente sobrellevar esa aterradora acumulación de males por la que estamos turbados.

De este modo sucederá "que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará el corazón y la mente de todos"[2], y que el tan deseado reino de Cristo sea felizmente y en todas partes restaurado, mediante la mutua unión de ánimos y fuerzas.

Tampoco queremos acabar con esta encíclica nuestra sin mostrarles, Venerables Hermanos, algo que sin duda agradará a todos. En otras palabras, deseamos que no falte un recuerdo litúrgico de esta conmemoración centenaria: un recuerdo que ayude a fomentar en el clero y en el pueblo la mayor devoción a la Madre de Dios.

  1. Carta Apostolica Neminem fugit, 14 de enero de 1892.
  2. Flp 4.7.