por ejemplo, entre la muert” del soldado en el campo de batalla y la del criminal en el cadalso; ambas pue- den ser útiles, pero la conciencia dice bien alto que hay otra regla para la calificación de las acciones que la del interés.
¿Cómo se podrian explicar mil actos heróicos que presenciamos? ¿Por el cálculo? No, pues se resiste el concebir que se exponga lo principal y lo seguro, por lo dudoso y accesorio, si el único móvil fuese el interés.
La utilidad no es, por otra parte, sino el valor de un medio para lograr un fin; asi, pues, estas ideas son relativas é incapaces de fundar la moral.
155. Sistema de Hobbes.—Las consecuencias que ló- gicamente se desprenden de la moral del interés, son las mismas que sus partidarios deducen; puede refu- tarse también este sistema con la doctrina del más caracterizado de sus expositores.
El amor patrio, el de la gloria, el paternal, y la misma caridad y arrepentimiento, los considera Hob- bes sentimientos interesados.
Las conclusiones á que se llega son: que no influ= yendo una acción sobre el bienestar, es indiferente, y siendo éste variable no hay bien ni mal; que no hay mérito ni demérito, ni remordimiento, ni satisfac- ción. ¿Qué mérito puede naber en buscar nuestro bien? ¿Qué satisfacción moral en haberlo hallado?
