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las condiciones de una verdadera sanción. Se limita á castigar: fuera de su dominio caen multitud de ac- tos inmorales, que por no ser públicos, y aún siéndo- lo, por no perturbar el orden establecido ó no ser punibles sino á instancia de parte, no incurren en penalidad alguna. Agréguese á esto la fabilidad de la justicia humana, su impotencia para apreciar las circunstancias internas del hecho, la desigualdad que la caracteriza y la desproporción en las penas.

201. Sanción religiosa: inmortalidad del alma.—Un irre- sistible anhelo de justicia nos mueve á exigir que lle- gue un dia en que la virtud perseguida obtenga una equitativa compensación de sus amarguras, y el vicio impune la dura espiación de sus faltas.

La r :zón vincula necesariamente la culpa con el castigo y la virtud con la recompensa; la deficiencia de las otrassanciones hace suponer por lo tanto la ne- cesidad de una sanción religiosa que sea perfecta.

La existencia de una vida futura es necesaria para la justificación de la Providencia.

202. La inmortalidad del alma es una verdad que resulta con evidencia de estas dos proposiciones: Hay” en el hombre un alma distinta del cuerpo. La sanción terrestrede la ley moral, es insuficiente.—En la pri- mera de estas proposiciones se basa la prueba nega- tiva que demuestra que el alma puede sobrevivir al cuerpo; en la segunda se apoya la prueba positiva