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Amigas y amigos, buenos días,

Esta mañana vuelvo a este Salón Plenario del Congreso como Presidenta de la República de Chile.

Traigo conmigo una gran responsabilidad, conducir al país por el camino que representa el anhelo de muchísimos chilenos y chilenas: vivir en un lugar mejor, con menos desigualdad, más oportunidades, más pujante y con mayor calidad de vida.

Esta mañana me presento ante ustedes para dar cuenta de lo que hemos hecho desde que llegamos al gobierno y, sobre todo, de lo que haremos durante mi mandato presidencial.

No es posible dar cuenta de aquello sin reconocer que hoy estamos ante un país que ha cambiado de modo significativo durante el último tiempo.

Hoy pocos dudan que Chile es un país distinto: más conectado con el mundo, más conectado entre sus regiones, con más aspiraciones, que se moviliza por la educación, en la defensa de sus comunidades y del medio ambiente, un país que reconoce y demanda sus derechos con claridad.

Vemos una nueva clase media emergente, que demanda más seguridad, que no quiere perder lo que ha obtenido con tanto esfuerzo, y que requiere de un Estado que lo apoye para seguir surgiendo y que impida que se cometan abusos con ella.

Vemos a las mujeres cada día más presentes en el mercado laboral, en la vida pública, sacando adelante a sus hijos y familias.

Vemos ciudadanos más activos y conscientes de sus derechos. A las y los trabajadores esforzándose día a día por acceder a mayores niveles de bienestar y por mejorar sus condiciones laborales. A los artistas desplegando su arte y a los deportistas trabajando para conseguir mejores logros para ellos y para Chile.

Vemos a los emprendedores, muchos de ellos jóvenes, creando nuevos productos y servicios y esperando que nuestra economía les ayude a construir a un futuro mejor para ellos y los suyos.

Vemos en el país una energía, talento y empuje enormes, que no podemos darnos el lujo de desperdiciar y que representan un activo del Chile de hoy.

Asimismo, este es un tiempo donde el valor de la felicidad, el desarrollo personal y colectivo, la calidad de vida, han adquirido nuevamente un lugar relevante en nuestras vidas.

¡Qué común se hace hoy ver a familias que buscan los espacios que la ciudad les ofrece para pasear, caminar, hacer ejercicio o leer!

Sin embargo, junto a todo esto, se percibe también un descontento por los problemas profundos que no hemos sido capaces de resolver como país.

No hay duda que hemos tenido un importante crecimiento económico, desarrollo de la infraestructura, en conectividad, y en una serie de áreas que nos hacen ser vistos como un país líder en la región.

Pero al mismo tiempo, no hemos logrado tener los mecanismos que nos permitan enfrentar las desigualdades, ni terminar con los privilegios y abusos en distintos ámbito de nuestra vida y de la marcha del país.