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EL DESAFÍO DE LA RECONSTRUCCIÓN

Comienzo rindiendo cuenta del monumental esfuerzo que nos ha significado el desafío de reconstruir Chile, luego de los devastadores efectos del terremoto y maremoto del 27 de febrero del 2010. Desafío que no estaba en nuestros planes, pero que asumimos con responsabilidad, adaptando nuestra planificación original y sin sacrificar los compromisos de nuestro programa de Gobierno.

Todos recordamos dónde estábamos y qué sentimos aquella madrugada, cuando Chile fue brutalmente golpeado por las fuerzas de la naturaleza y la adversidad. En pocos y angustiantes minutos, 551 personas perdieron sus vidas. Ciudades y pueblos enteros fueron arrasados.

Recuerdo nuestro primer balance de esa tragedia, realizado muy tarde la noche del 11 de marzo de 2010, cuando asumimos el Gobierno. El panorama era desolador: 880 mil chilenas y chilenos damnificados; 220 mil viviendas destruidas o con daños severos; uno de cada tres hospitales y escuelas derrumbados o gravemente dañados; centenares de puentes, caminos, puertos, aeropuertos, edificios, embalses y obras de riego destruidos, y miles de empresas y cientos de miles de puestos de trabajos perdidos.

El costo material de esta tragedia ascendió a US$ 30 mil MM, el 18 por ciento de nuestro PIB. Sin duda, la mayor pérdida patrimonial de nuestra historia.

Sinceramente, la reconstrucción ha sido muy difícil y exigente. Sin embargo, con el esfuerzo de todos los chilenos, transcurridos poco más de la mitad de nuestro Gobierno, hoy puedo afirmar responsablemente al país que tres cuartas partes de esta tarea está cumplida. Pero aún no ha finalizado. Todavía quedan muchas familias damnificadas esperando ayuda y muchas obras por reconstruir o reparar. Y por eso, no descansaremos hasta completar el 100 por ciento de la reconstrucción.

En materia de viviendas, ya hemos asignado más de los 220 mil subsidios de reparación y reconstrucción comprometidos. La gran mayoría de esos subsidios, 165 mil, corresponden a proyectos individuales, en que a las familias les fue respetada su decisión de reparar o reconstruir su vivienda en el mismo lugar donde estaba ubicada la antigua y elegir el tipo de vivienda que querían. Todo ello ha significado una complejidad y esfuerzo adicional. Porque es más fácil y rápido levantar conjuntos habitacionales enteros en las afueras de las ciudades, que construir miles de viviendas, una por una, en el lugar escogido por su propietario. Pero esta dificultad valió la pena asumirla, porque significó respetar la libertad de elegir de las familias.

Pese a ello, seguimos avanzando a toda marcha. Actualmente estamos iniciando y entregando cuatro mil 200 viviendas al mes, 140 cada día. Al mes de abril, 90 mil viviendas han sido entregadas, 70 mil se encuentran en construcción o reparación y las 60 mil restantes lo estarán antes que llegue el invierno del próximo año. Y hemos sumado a este esfuerzo las dos mil familias de Tocopilla afectadas por el terremoto del 2007, que desde entonces esperaban una solución.

En cuanto a las familias que aún viven en aldeas, y que hoy representan solo el uno por ciento de los damnificados, sus nuevas viviendas ya están iniciadas o con fecha cierta de entrega. Y para cumplir nuestro compromiso de que no pasen más de dos inviernos en casas provisorias contra su voluntad, todas ellas han podido optar a un subsidio especial de arriendo, hasta que se les entreguen sus hogares definitivos.

Pero tan importante como reparar y reconstruir viviendas es recuperar los barrios y el patrimonio de los pueblos y ciudades afectadas. Para ello están en marcha 111 planes de Regeneración Urbana y 27 planes maestros de Reconstrucción y Ejecución, para lugares tan emblemáticos, como Dichato, Juan Fernández, Talcahuano, Constitución, Talca, Lebu y Tirúa. Hemos aprendido