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MÉXICO.

Debo confesar, que puedo gustar estos festivales pero con una sensación de asco rotundo, tanto en la escena propia como en la destrucción gradual de los más finos sentimientos que tales exposiciones, repite con frecuencia antes de todas las clases, deben producir inevitablemente.

Cuando los romanos agotaron todas las diversiones naturales, inventaron el circo; y, no contentos con la carnicería civilizada de la creación bruta, en el tiempo enfrentaron hombre contra bestia y contra el hombre. Era el extremo de refinamiento—lo máximo de lujo caro—el final de ese círculo vicioso de la sociedad, donde se combina la civilización con la barbarie. Era un presagio de la rápida declinación de ese poderoso imperio.

La exhibición del rastro, como deporte, solo puede fomentar una brutal pasión por la sangre. La muerte se convierte en algo tan familiar como un juguete a la multitud. Hacen un payaso del monstruo sombrío. Le ponen como un bromista en el escenario deportivo del sábado; y el día esta asignado como un período de reposo, gratitud, amor y recuerdo del bendito Dios, se convierte en una escuela de las peores pasiones que pueden afligir y excitar el corazón humano.

Se puede decir, que esto no es cierto de todas las clases. Lo concedo, y respondo que aunque todas las clases de visitan el circo, sin embargo, la mayoría de los espectadores sin duda está compuesto por las clases más bajas, que requieren más instrucción moral y son menos adictos al razonamiento. Con una población tan como la de los léperos de México, (los hombres apenas separados de las bestias en cuyo sacrificio se regodea,) estas escenas de asesinato, en el que toros, matadores y picadores, son a menudo indiscriminadamente asesinados, sólo pueden servir para alimentar las perores pasiones y enervar al ignorante y vil a hechos de la más audaz criminalidad.

Será motivo de sincera felicitación para los patriotas mexicanos, cuando este remanente de barbarie en su país se abolido y los miles que se gasta anualmente en corridas en toda la República, están dedicados a la educación o diversión racional de las personas.