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Mis últimas tradiciones
VIII


Martín de Robles


Sin que se pueda determinar con fijeza la época en que Martín de Robles vino al Perú, hallamos que en 1541 era alférez real ó abanderado de Perálvarez Holguín, y que, tres años después, el virrey Blasco Núñez lo distinguió mucho y le dió el mando de una compañía. Martín de Robles contaba entonces cerca de sesenta años, había militado en Europa, y se le reputaba como hombre de gran valor y experiencia.

Fué de los primeros en traicionar al virrey, tomando partido por la Audiencia, y mereció en pago de su defección que aquélla lo nombrara capitán general. Mas reconocida la autoridad de Gonzalo Pizarro, renunció Robles el nombramiento de los oidores, confiriéndole Gonzalo el mando de los piqueros y regalándole, después de la batalla de Iñaquito, la misma suma en oro que á Machicao.

Los hombres de ese siglo se habían avezado á la traición. Cuando Robles vió que la buena estrella de Gonzalo principiaba á desmayar, aconsejó á Diego Maldonado el Rico que se desertase con una compañía; y luego, con el pretexto de perseguirlo, se le unió con los piqueros de su mando y alzaron bandera por Gasca. La traición de Robles fué contagiosa, y muchos caballeros notables siguieron el pérfido ejemplo.

Muerto Gonzalo en el cadalso, Martín de Robles salió precipitadamente de Lima con algunos hombres en dirección á Potosí. Díjose en el primer momento que Robles era el caudillo de una conspiración que debía estallar contra la Audiencia, tan luego como falleciese el virrey marqués de Mondéjar. Pero la verdad es que la marcha repentina de Robles fué motivada porque Vasco Godines y Egas de Guzmán le habían escrito