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RICARDO PALMA

Sin que pueda determinarse á punto fijo cuándo tuvo lugar la primera lidia de gallos en Lima, sábese de cierto que medio siglo después de fundada la ciudad era ya general la afición; y que en las calles, plazuelas, huertas, y aun en los claustros de los conventos había jugadas de á pico y de á navaja. Como sucede hoy mismo en los pueblos de la costa, la festividad de ciertos santos se celebraba con fuegos de artificio, novillos y gallos, espectáculos que también tenian lugar en la elección de prelados ó en conmemoración de sucesos faustos.

En los tiempos de Amat, era la plebe harto entusiasta por las lidias de gallos, y así los artesanos como los sirvientes, desatendían sus deberes por jugar gallos en plena calle. Resultaban de aquí graves pendencias y alarmas para el vecindario pacífico.

No atreviéndose el virrey á ponerse en pugna abierta con el pueblo, prohibiendo el feroz entretenimiento, se decidió á reglamentario; y para ello empezó por aceptar la propuesta que hizo don Juan Garial para construir un coliseo en la plazuela de Santa Catalina y en terreno colindante con la muralla. La fábrica se concluyó en 1762, y el empresario Garial se comprometió á dar anualmente quinientos pesos al Cabildo y quinientos al hospital de San Andrés, en compensación del privilegio exclusivo que éste tenía sobre la casa de comedias.

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A] principio concedió Amat permiso para que los domingos, días festivos, martes y jueves, pudiese el empresario lidiar gallos; pero en 1786, y por real cédula que vino de España, se hizo extensiva la licencia á los sábados.

En 1781 pasó el edificio á ser propiedad del Estado, asignándose al juez del espectáculo el sueldo de quinientos pesos al año.