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cachivachería

tre dos razas, dice usted muy áticamente, y dice bien: que las historias de los poetas son á veces más historia que la de los historiadores graves: los criterios se imponen, es cierto, á la humanidad; pero la inspiración se impone á los criterios, y vaya lo uno por lo otro.

No es una critica, sino una opinión, la que voy á expresarle. Quien como usted versifica tan gallardamente; poeta para quien la rima, asonante ó consonante, no es tirana despótica sino vasalla humilde, ¿por qué ha escrito en un metro invariable y monótono, hasta cierto punto, dada la extensión del poema?

No es que yo desdeñe. por completo, la forma por usted adoptada: lejos de eso, la aplaudo y encuentro apropiada en varios de los cantos. Pero tiene usted en el poema escenas descriptivas que habrían ganado no poco en soltura y naturalidad, empleando el octosílabo. El diálogo de los soldados, por ejemplo, en el canto segundo, carece de animación y ligereza encerrado en la cárcel majestuosa de los endecasílabos y eptasílabos. Es probable que esta opinión mía sea desacertada (cuestión de estética y de gusto) y por lo tanto, le repito, que no estime mis palabras como crítica.

Mi viejo camarada Guillermo Prieto, el infatigable decano de los poetas de la América latina que á los setenta años conserva aún en el alma la frescura de sus juveniles tiempos, ha dicho, á propósito de Tabaré, que en este poema no deben señalarse incorrecciones ni pecados contra Horacio ni Hermosilla. Los policías literarios, sea cual fuere su mérito, no son ni los amigos ni los próceres de las letras.

Sintetizando mi juicio, que ya es tiempo de poner remate á esta desaliñada carta, diré á usted, con su ilustre crítico de México, que Tabaré, me ha encantado: porque es un poema típico, lleno de grandeza, de ternura y de verdad.

Mil cordialidades. Muy de usted amigo afectísimo.