Página:Mis últimas tradiciones peruanas y Cachivachería (1906).pdf/478

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
470
Ricardo Palma
Tradiciones del Cuzco.


Pocas veces he tomado la pluma con más viva satisfacción que hoy para formular juicio sobre el libro que mi excelente y muy querida discípula la señora Clorinda Matto de Turner, se ha decidido á dar á la estampa. Y llámola discípula, no porque traspiren en mí vanidosos humos de maestro, sino porque la amable escritora ha tomado á capricho, que mujer es, y por ende, autorizada para encapricharse, repetir que la lectura de mis primeros libros de Tradiciones despertó en ella la tentación de consagrar su tiempo é ingenio á la ruda tarea de desempolvar rancios pergaminos y extraer de ellos el posible jugo, para luego presentarlos en la galana forma de la leyenda nacional. La Historia es manantial inagotable de inspiración, y de entre las páginas de raídos cartapacios puede el espíritu investigador, auxiliado por la solidez del criterio, tejer los hilos todos de drama interesante y conmovedor.

Bien sé que habiendo sacado de pila á muchos ahijados literarios, gallardos unos y deformes otros, debe mi firma, cuando aparece en la línea final de un prólogo, inspirar no poca desconfianza al lector. En España, por ejemplo, se dice que la mejor recomendación que puede presentar un libro nuevo, es la de no traer prólogo de don Manuel Cañete ó de don Marcelino Menéndez y Pelayo, dos críticos de grandísima ilustración, pero en los que la benevolencia supera en mucho al talento, y que han escrito, por resmas, prólogos ó cartas de presentación. Yo amo esos caracteres que se complacen en alentar con el elogio, y detesto la crítica malévola ó intransigente que, desdeñando las bellezas, goza en rebuscar lunares y aquilatar defectos, rebajando siempre la talla del escritor novel. Sin que ello importe parangonarme con mis dos ilustres amigos y compañeros en la Real Academia Española, al lado de los cuales no paso de ser un simple (y tómese este simple hasta en su acepción maligna) borroneador de papel, declaro que, como ellos, prefiero pecar de indulgente á pecar de severo.

Afortunadamente para mi, en esta ocasión no tengo que fa-