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Ricardo Palma

quizá se justifica con otro hecho, que es el éxito, suponiendo moralidad en la máxima jesuítica de que el fin bonifica los medios.

El militarismo derrocó á Pezuela, no por lealtad ni amor al soberano, sino porque sólo prolongando la guerra había ancho campo para ascensos y medros:—«Era preciso [1] (dice Mendiburu en su artículo sobre La Serna) dar soltura á las ambiciones, recibir ascensos en abundancia, (como sucedió con García Camba, que en menos de dos años ascendió desde comandante hasta general), volver á España para figurar en elevada escala, jugar el todo por el todo, frase frecuente en boca de Canterac. Dieciocho jefes, convirtiéndose en cuerpo deliberante, destituían al que representaba al soberano, al virrey Pezuela, que había servido al rey más que todos ellos reunidos. Abusaron de la ignorante tropa que les obedecía, y á la cual desmoralizaron, dejando al Perú un ejemplo funesto. [2]

Ningún jefe de marina autorizó con su firma el escándalo, si bien acataron, como era natural, el hecho consumado. Y en cuanto al vecindario de Lima, á los hombres civiles que no medran con las turbulencias de cuartel, títulos de Castilla, clero, comerciantes acaudalados, ricos agricultores, propietarios urbanos, todos negaron su contingente de simpatías al entronizado militarismo.

El vecindario, por intermedio del Cabildo de Lima, había obligado al virrey Pezuela á las negociaciones de Miraflores, negociaciones contra las que murmuraron sin embozo esos militares, á quienes nada importaba la ruina y aniquilamiento social. Y esos mismos hombres fueron más tarde partidarios de las negociaciones de Punchauca, sólo porque en ellas se estipulaba una Regencia de la que sería jefe el virrey La Serna.

Un mes antes de la felonía de Aznapuquio, el general Ramírez que mandaba las fuerzas del Alto Perú, escribió desde Arequipa al rey de España, manifestándole que la adhesión de los pueblos á la causa independiente era incontenible, que el espíritu revolucionario había penetrado hasta en los cuarte-

  1. Diccionario histórico tomo VII, página 228.
  2. Los dieciocho motinistas ó amotinadores fueron los brigadieres Canterac y Valdés, los coroneles Bayona, Toro, marqués de Valle-umbroso Landázuri, Rodil, Otero, Ferraz, Seoane, Bedoya, Martín, y los comandantes García Camba, Ramírez, Narváez, Ortíz, Tur y García.