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Ricardo Palma

—Empieza por U...: adivine usted ahora.

—¡Ah! ¿Se llama usted Ursula?

—No, señor; me llamo Usebia.

¡Qué horror! Nuestras lindas paisanitas del siglo pasado ignoraban hasta la ortografía de su nombre de pila.

El autor, apoyándose en relaciones de viajes, nos habla, en el capítulo cuarto de la actualidad social de la mujer en Asia, Africa, Oceanía y tribus salvajes de América. Habrá pequeñas discrepancias en el relato de los viajeros; pero, en el fondo: resaltará siempre la abyección á que, en esos pueblos, está sometido el bello sexo. Bien pudo el autor suprimir este capítulo por innecesario. Carece de objeto, y hasta las ligerísimas apreciaciones tienen sabor á verdades de Perogrullo. No toda la misa ha de ser amenes.

El capítulo final, que es la síntesis ó resumen del sociológico estudio,—igualdad absoluta de la humanidad entera—no es más que ampliación de lo expuesto en el tercer capítulo. Porque el señor Oyola desee que en lo porvenir la mujer pueda ejercitar su actividad en el terreno que más le plazca, y que, se coloque frente al hombre con entera independencia; porque hable de paz perpetua y porque discurra como Spencer sobre límites del progreso humano, puntos todos discutibles, que no atacan la moral pública, ni el dogma, ni las leyes del Estado, ¿se ha de calificar su tesis de inmoral, de irreligiosa, de anarquista y disociadora? Y hubo prójimo liberal que llevara la alarma al espíritu del mismo Rector de la Universidad, pidiéndole que no autorizara con su firma el doctorado de ese joven irreverente, impío, socialista y sedicioso? Liberalismo de tal estofa, es el liberalismo del Syllabus, el liberalismo del ciudadano Nerón,

y muera el que no piense
tal como pienso yo.

Felizmente, el recto criterio del Rector se sobrepuso á la pretensión, leyó la tesis, de seguro que sonrió después de leerla, y no infirió al autor el desaire que se pretendía. ¡Pues no faltaba más para que estuviéramos en pleno triunfo reaccionario! Para eso no valía la pena de que nuestros mayores hubieran combatido en Junin y en Ayacucho. De eso al ín-