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Ricardo Palma

Estado, como se disputaron la de Homero siete ciudades de la Grecia.

Don Juan Ramón Muñoz, don Antonio Iñíguez Vicuña, y el general Paz del Castillo, en sus Memorias, lo creen nacido en Córdoba por los años de 1786, en cuya Universidad hizo sus estudios de abogado, pasando á ejercer en Chuquisaca la profesión.[1]

Desde 1809, y á los veintitrés años de edad, empieza Monteagudo á figurar como uno de los prohombres de la revolución americana. En la deposición de García Pizarro, presidente de la Audiencia de Charcas, en las malogradas sublevaciones de Potosí y La Paz, en el primer Congreso argentino al que asiste como diputado por Mendoza, en el pronunciamiento de 1812, y en los sucesos revolucionarios de 1815, se encuentra siempre á Monteagudo figurando en primera línea entre los más comprometidos.

En la persecución que sufrieron los amigos de Alvear, no podía ser olvidado el fogoso redactor del Mártir ó libre, y salió en condición de proscrito para Inglaterra.

En 1817 vuelve á América, acompaña á San Martín en Chile, y después de Cancha-rayada regresa á Mendoza.

En esta época hay un punto nebuloso en la vida de Monteagudo. La parte que como juez le cupo en el fusilamiento de los Carrera y en la matanza de los prisioneros españoles confinados en San Luis—Vicuña Mackenna, García Camba, Torrente y otros lo condenan. El benévolo Juan Ramón Muñoz aguza su ingenio para justificar al que sus adversarios llaman sanguinario terrorista.


II


Alistándose ya la expedición que debía zarpar de Chile, en auxilio de la Independencia peruana, San Martín llama á Monteagudo, y á principios de 1820, empieza éste, en Santiago, la publicación del Censor de la Revolución.

  1. En el importante libro que sobre Monteagudo publicó en Buenos Aires, en 1889, el juicioso escritor don Mariano Pelliza, hay documentos irrefutables que comprueban el nacimiento de Monteagudo en Tucumán. Fué hijo legitimo de un español, capitán de patricios. Otro publicista uruguayo, el señor Freguetro, apoyándose en las Cláusulas testamentarias del padre de Monteagudo, conviene también en que fué Tucumán la cuna de don Bernardo.